Stefany Izquiel
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Entre el 6 y 7 de julio fueron hallados tres cadáveres degollados, con múltiples puñaladas, signos de tortura y ensañamiento, identificados como Belkis Coromoto Padilla Meléndez, de 43 años de edad, y sus dos hijos de 10 años y 10 meses. Fueron asesinados por el hijo mayor de la familia, quien confesó haberlo hecho como requisito de un “ritual satánico”.
La mañana del miércoles 5 de julio fue la última vez que los conocidos de Belki la vieron con vida a ella y a sus dos hijos menores. El jueves y viernes encontraron los cuerpos degollados y mutilados en un barranco cercano a la cancha de los Bloques Grandes, ubicados en el sector Manuel González Carbajal, de Caucagüita, municipio Sucre.
El asesino. Anthony Padilla, de 23 años de edad e hijo de la señora, había mantenido una relación conflictiva con su madre, Belkis Padilla, desde hace varios años, según los vecinos del edificio. Sin embargo, cuando el cadaver de ella desapareció junto a sus hijos, ningún conocido señaló como responsable a su hijo mayor.
Anthony vivía junto a su mamá y sus dos hermanos de 10 años y 10 meses de edad en el apartamento 306 del bloque 4. El jueves en la madrugada, el hombre golpeó a su madre con un bate, la degolló con un cuchillo y la apuñaló en varias partes del cuerpo. Mientras lo hacía, su hermano de 10 años, Andy Alejandro Monteverde Padilla, despertó al oír los gritos y agresiones e intentó detenerlo, pero éste arremetió contra él.
Andy sufrió el mismo destino de su madre. Fue golpeado por su hermano con el bate con el Anthony agredió a su mamá, hasta que quedó inconsciente y luego lo degolló y apuñaló casi en las mismas partes del cuerpo que a Belkis.
Anthony no actuó sólo. Su novia, menor de edad y de siete meses de embarazo, con quien mantenía una relación desde hace más de un año, lo acompañó a llevar a cabo los asesinatos y se encargó de matar al niño más joven, Richard Eduardo Coronil Padilla Meléndez, de 10 meses de edad.
La embarazada ahorcó al bebé, le amputó un brazo y lo decapitó. Luego guardó el cuerpo del infante en un bolso y se lo llevaron junto a Andy y Belkis.
La pareja de homicidas trasladaron los restos al barranco y fueron al apartamento de una tía, ubicado en el mismo edificio donde horas antes habían cometido el triple homicidio, para comer con la familia materna de Anthony.
Los allegados relataron que ese día durante el almuerzo, los familiares percataron de unos rasguños que Anthony tenía en los brazos, causados por su madre antes de morir, y al preguntarle qué le había sucedido, el hombre respondió que en una manifestación convocada por la oposición, ayudó a una mujer que se cayó y ésta lo arañó cuando se sostuvo de sus brazos.
El hallazgo. Ese jueves en la tarde, unos niños jugaban fútbol en la cancha cercana a los bloques y en medio del partido, la pelota se fue por el precipicio. Cuando varios de los infantes bajaron a buscarla, encontraron el cuerpo de Andy Alejandro. Los efectivos del Cicpc realizaron el levantamiento del cadáver, pero no hallaron a los demás y, a pesar de que la hermana de Belkis se consternó por la noticia, no imaginó que se trataba de su sobrino.
Después del primer hallazgo, los familiares de Belkis realizaron la denuncia de la desaparición de ella y sus hijos. Anthony se ofreció a ir junto a su tía a la sede principal del Cicpc en la avenida Urdaneta, donde, al contar la historia, los funcionarios le interrogaron al percatarse de las marcas en su cuerpo y lo detuvieron junto a su pareja, como principales sospechosos en el triple asesinato.
Fuentes policiales informaron que en el interrogatorio, Anthony dijo que las tres muertes eran parte de un “ritual satánico”. Los allegados, por su parte, creen que el móvil del crimen fue la herencia de la casa donde vivía junto a su madre, la cual pertenecía a su abuela.