Daisy Galaviz [email protected]
En 15 años la presencia de niños en situación de calle ha aumentado 500%. Ya no solo son “huelepega” -como se les catalogaba a finales del siglo pasado- ni piden comida, ahora al que se descuida lo roban y si ponen resistencia lo asesinan.
Emperatriz Pasarella, consejera de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del municipio Chacao, afirma que la oleada de menores de edad que se ve en las calles de Caracas es distinta a la de décadas pasadas: “Ahora hay cinco veces más niños en la calle que 15 años atrás”.
Viven como tribus. “Perro de Guerra” -así se identificó- es un funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), el cual, junto a sus compañeros, han establecido que en la zona que va desde la estación de Metro de Plaza Venezuela hasta la de Chacaíto se encuentra dividida por tres tribus que hacen de ellas “su restaurante, banco y hotel”.
Explica que desde hace un año han dado con la captura de más de cinco distribuidores o los conocidos “lleva y trae” de drogas; pues indica que muchos de estos menores la venden y son “mulas fáciles”.
“Perro de Guerra” dice que en esta zona del municipio Libertador es donde hay más niños en la calle; aproximadamente de 30 a 35 chamos.
Asegura que ningún niño se atreve a meterse con alguien de otra tribu y tampoco traspasa su territorio.
Según él, Chacaíto es la zona donde abundan los más pequeños. Cuenta que en este espacio los niños de tres a ochos años “hacen de las suyas” debido a que se alimentan de las sobras de las famosas hamburguesas y perrocalientes tan pedidas en el lugar.
Caras de ángel, mentes no. Algunos de los miembros de estas pandillas que se dedican a pedir no son cualquier “niño Jesús”, ellos han pasado con 20 todas las “materias” de cómo sobrevivir en la calle y no morir en el intento.
“Crespo” es un joven de 13 años que pertenece al llamado “Tren de Sabana Grande” (uno de las tres clanes) y asegura que ha robado para comer y vestirse, y que a cualquiera (si llega a meterse con él) le daría “una puñalada o le clavaría una cabilla en la cara”.
Los niños no pagan. Cuando se genera un caso extremo de este tipo; que los niños lleguen al punto de asesinar (como lo que se sucedió el pasado domingo a las afueras de la tasca El Colosseo), no hay una ley que los haga pagar por su delito.
En Venezuela, a partir del ocho de junio de 2015 entró en vigencia la reforma parcial del Título V de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopna). En cuya corrección se incrementó de cinco a 10 años la condena máxima para los menores que incurran en delitos graves; una diferencia del tamaño del sol con la pena máxima para los mayores de edad la cual es de 30 años.
En el país cuando un niño, niña y adolescente comete un delito grave la Lopna establece que de 12 años será la edad mínima para que un adolescente sea juzgado por un crimen.
Según un funcionario de la Defensoría Pública, quien pidió no publicar su nombre, la Ley “se aplica solo para los mayores de 12 años”, por lo que a pesar de que en el suceso de este fin -en el que están detenidos menores de 12 años- se cumple un delito de homicidio intencional calificado por motivos fútiles e innobles con premeditación y alevosía es muy probable que los pequeños queden absueltos de sus cargos. En el “mejor” de los casos serían enviados a albergues del Estado.
Agrega que la joven que también participó en el asesinato (la cual tiene 15 años) tras ser detenida debe ser presentada ante los tribunales de responsabilidad penal del adolescente (ubicado el Palacio de Justicia) y tras una serie de audiencias de presentación se corroborará su responsabilidad en el caso y si es así será trasladada al Retén de Menores de Coche.
Detonante de violencia. Ramón Piñango, sociólogo, subraya que la crisis económica que vive Venezuela ha arrojado a la calle a una gran cantidad de menores, pues “la falta de comida en casa genera violencia, y si los niños se ven insultados o afectados por la discusión huyen a la calle”.
Piñango destaca que ve estos hechos con alarma pero no con sorpresa. Dice que son sucesos“predecibles” y que pueden seguir pasando debido a que “estamos hablando de hambre”.
Según él, en la gente que no tiene acceso a la alimentación y vive en un violencia rampante se crea una “tensión tremenda a lo que se le suma que vivimos en un territorio resentido y si yo no tengo y tú sí, quitarte la vida es nada así no llegues a los diez años”.
Fotos de Jacob Atircopy
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2017-03-20