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En el Día Mundial de la Salud Mental, el mundo está deprimido

Martes, 09 de octubre de 2018 a las 08:00 pm
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Andrés Tovar Zabaleta | 2001.com.ve

Una persona con una pierna rota camina con muletas. Un parapléjico se mueve en una silla de ruedas. Una persona ciega generalmente camina con un bastón…

Discapacidades físicas como estas son fácilmente percibidas por los demás y muchas sociedades a menudo están estructuradas para acomodarse a los desafíos que enfrentan las personas que sufren éstos. Las discapacidades mentales, sin embargo, no tienen un significante distintivo y, a menudo, poco contrato social. Son discapacidades que pueden afectar todos los aspectos de la vida de una persona, cada momento e interacción, pero permanecen en gran parte ocultas.

Y, hoy por hoy, son mucho más comunes que las discapacidades físicas: la depresión es la principal discapacidad en el mundo, con más de 300 millones de personas que sufren de la enfermedad , según una nueva estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Eso representa el 4,4% de la población mundial que experimenta “un persistente sentimiento de tristeza y pérdida de interés” en la vida y las actividades que ocupan su tiempo, un 18% más que en 2005.

La depresión puede provenir de muchas fuentes: un desequilibrio químico, la pobreza, el desempleo, la muerte de un ser querido, una relación o amistad que termina, una enfermedad física, las complicaciones del consumo de drogas o alcohol y muchos otros factores.

“La depresión es el resultado de una compleja interacción de factores sociales, psicológicos y biológicos”, dijo la OMS, añadiendo que la depresión puede conducir a más estrés y disfunciones que empeoran la situación de la persona afectada. Afecta principalmente a las mujeres, los jóvenes y a los ancianos, y las curas para la depresión varían dependiendo de cada persona.

La OMS recomienda el ejercicio y los programas escolares como tratamientos universales y desaconseja ofrecer rápidamente antidepresivos a niños y adolescentes, ya que pueden tener efectos secundarios profundos y duraderos, especialmente en cerebros que todavía están creciendo rápidamente. Los autores también recomiendan “tratamientos psicológicos individuales y / o en grupos cara a cara conducidos por profesionales y terapeutas supervisados”.

Enfermedad global. La percepción y el tratamiento de la depresión, como enfermedad en su forma más amplia, varía considerablemente en todo el mundo, pero en casi todos los países hay que mejorar, apunta la OMS.

El gasto en salud mental representa menos del 5% de todos los gastos de salud del gobierno en la mayoría de los países . En India, por ejemplo, sólo hay tres psiquiatras por cada millón de personas. En algunas partes de África Occidental, las personas que sufren enfermedades mentales a veces están encadenadas a los árboles en un esfuerzo por disipar la discapacidad.

Alemania, que todavía se enfrenta a la mancha oscura del Holocausto, tiene uno de los principales sistemas de salud mental en el mundo, al considerar factores como la recopilación de datos, los servicios prestados y los recursos suministrados.

Un movimiento creciente en Alemania que ayuda a las personas a lidiar con las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial implica que los extraños se reúnan en un círculo para representar episodios de la historia familiar de un individuo. Muchas personas dicen sentirse liberadas por estos ejercicios imaginando excavar el pasado.

En todo el mundo, las percepciones de la enfermedad mental no son tan progresivas como debieran ser. Las personas que sufren de depresión, ansiedad y muchas otras formas de enfermedad mental a menudo se sienten estigmatizadas. A su vez, este rechazo percibido del sufrimiento de uno puede profundizar su discapacidad.

En los años venideros, las sociedades deben comenzar a acomodar a las personas que sufren de discapacidad mental, como ocurre actualmente con las personas con discapacidades físicas.

Venezuela. En el caso de nuestro país, la vorágine de la crisis nacional ha puesto de manifiesto el drama de la depresión, en un país donde actualmente las medicinas escasean, pero, culturalmente, la subestimación a la enfermedad es común, con una creencia arraigada -y errónea- de que la depresión es un "estado de locura" que solo se controla con una camisa de fuerza y se atiende en un hospital psiquiátrico.

La propia OMS, en el último trimestre de 2017, precisó que en el país, los casos de depresión aumentaron un 4,2%. Y, el mes pasado, un estudio de la Universidad Central de Venezuela (UCV) abordó la situación actual de la salud mental en el país en el marco de la crisis, puntualizando que la tristeza, la rabia y el miedo son, en ese orden, las emociones que predominan entre quienes se declaran afectados por la crisis. Las estados de ánimo negativos se han generalizado entre los habitantes que más padecen la carencia de productos y servicios -sobretodo médicos- y el sentimiento de agobio de los venezolanos es permanente.

Incluso el informe relega a un segundo plano la polarizacion politica y la inseguridad tras la falta de comida, identificada por los sicólogos de esta universidad, como el principal motivo de preocupación del venezolano.