Hablar de la paz de los cementerios en Venezuela es caer en el terreno del realismo mágico latinoamericano. La tranquilidad y el sosiego en los camposantos no llega ni a los difuntos y menos a sus deudos.
La nómina de irregularidades la lidera la profanación de tumbas que a consecuencia de una vigilancia cada vez menor, complicidad interna en casos muy puntuales y un aumento de los cultos santeros más, las “requisiciones de estudiantes de medicina” se interpone en el descanso eterno.
Guiso con huesos. Dentro de los distintos cultos que se han anclado en Venezuela, la palería es una de las más recurrentes en estos últimos años.
Sus rituales suelen ser un secreto para muchos y un buen negocio para otros; sobretodo cuando el practicante accede a hacer un pacto con los muertos. Pues para llevar a cabo esta peculiar ceremonia se comercializan nada más y nada menos que osamentas de difuntos.
Rafael Sarrameda, fiel practicante de esta religión por más de 4 años, explica que todos los que deseen formar parte de la palería deben pasar por este culto, ya que dependiendo de su fe esto les proporcionará protección y guía a sus vidas.
Conseguir el ingrediente principal de la ceremonia no es tan complicado como parece. Sarrameda asegura que los esqueletos enteros se venden en los cementerios por un costo de Bs. 15 mil y 20 mil.
Apunta además que el común denominador de los practicantes tiene preferencia por los restos de adultos mayores; y si han estado vinculados en vida a la religión es mucho mejor para ellos.
A pesar de que guarda un gran respeto por la religión a la que pertenece, admite que estas prácticas propagan la profanación de las tumbas.
Exhumación o profanación. La profanación y la exhumación son conceptos netamente distintos aclara un funcionario de la fiscalía venezolana que no quiso revelar su identidad.
Según su experiencia legal la profanación es “un acto de violencia ante un monumento sagrado”. Este hecho está estipulado como delito en el Código Penal venezolano, y por lo general lo cometen personas regulares, que no poseen permiso alguno.
La exhumación es, al contrario, un acto relativo a la extracción de los restos de un cadáver de un camposanto que se hace mediante una orden de un tribunal para constatar que el cadáver esté allí, hacer alguna experticia, o corroborar elementos de carácter científico.
Este permiso es conferido por el Ministerio Público, y requiere de una serie de documentación para ser otorgado, explica la fuente.
Otra de las diferencias que le agrega a la exhumación es que durante la realización del mismo es obligatoria la presencia de expertos en el tema.
Denuncia. En caso de que algún familiar del difunto haya sido víctima de una profanación debe manifestar la denuncia correspondiente ante el Ministerio Público, para que ellos otorguen permisos al policía científica (CICPC), y ésta a su vez, realice una inspección en el lugar e inicie la debida investigación.
Con respecto a las denuncias de profanación, el abogado agrega que “eso ha quedado en desuso”, y que desde hace una década no se manejan cifras de ese delito.
2016-06-03