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Ten en cuenta estos tips para corregir la impuntualidad

Viernes, 29 de mayo de 2020 a las 12:00 am
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2001Online.com | Solangel Gómez

 
Desorganización, narcisismo o distracción, son alguna de las causas que llevan a muchas personas a ser impuntuales y las consecuencias son infinitas, desde ver una película comenzada en el cine, perder los primeros minutos de una reunión en el colegio de los hijos, en el condominio, etc; hasta perder el vuelo, el bus e incluso el empleo.
 
Cuando hablamos de impuntualidad no hacemos referencia solo al hecho de llegar tarde a un
determinado lugar, también se asocia con el hecho de incumplir con los lapsos de entrega de
determinados trabajos, por ejemplo.
 
Una persona impuntual proyecta una imagen de desorganización, falta de seriedad y respeto con el tiempo de los demás, ya que su incumplimiento repercute en la productividad y desarrollo de objetivos de otras personas.
 
¿A qué se debe?
Llegar tarde a reuniones o incumplir con el horario es normalmente un síntoma de un mal manejo del tiempo y puede impactar negativamente en la percepción que se tenga de la persona, y más aún en el campo laboral. “Recomiendo siempre un diálogo abierto para enfrentar este problema, buscar planes de acción que permitan solucionarlo y, en general, contribuir a que el mismo empleado enfrente la situación y trabaje para corregirla”, acota Javier Macchi, socio director de Advisory en Ernst & Young Colombia, empresa de servicios de aseguramiento, impuestos, transacciones y asesoría.
 
Sin embargo, la impuntualidad también puede ser válida o permitida hasta cierto punto, en
determinados contextos, por ejemplo, llegar unos minutos después de la hora pautada para una fiesta; siempre y cuando no sea un matrimonio que tiene estipulado una hora exacta para que se realice la ceremonia.
 
Mal hábito
Éste proyecta una imagen negativa de aquel que siempre llega entre 10, 15 y hasta más de 30
minutos tarde a todas los lugares. Aunque exista un rasgo de tolerancia, si es una conducta
repetitiva se considera una falta de respeto y se etiqueta a esa persona como poco formal.
 
Esta acción que quizás muchos dejan pasar, otros no lo soporta y por ende jamás cerrarían un
negocio con alguien que no es capaz de salir antes de casa, para llegar puntual a un compromiso adquirido, por ejemplo.
 
Consecuencias
Parece mentira, pero de la misma manera que la risa o el bostezo, la impuntualidad genera un
efecto de contagio y a la larga se transforma en un círculo vicioso; pues si una persona llega tarde a una reunión es posible que a su llegada se realice un resumen de lo ya conversado. Si en la próxima éste y otro llegan tarde, la reunión se pospondrán unos minutos hasta esperar si otros están retardados, y así sucesivamente en próximas reuniones que se pauten, generando que se demore el plan de acción y el propósito por el cual se convocó la reunión, por ejemplo.
 
¿Qué hacer?
 
– La desorganización es quizás la causa principal, por lo que se sugiere que se agende todas las actividades a realizarse, las horas exactas para efectuarlas, además, del tiempo promedio que puede llevarse para cumplirlas. Una vez se logre acabar con la improvisación, el tiempo comenzar a rendir y se evitarán los retrasos.
 
– Programar las alarmas que sean posible, en el computador, el celular y reloj, para que se logre cumplir con las citas programadas, Recuerda colocar un tiempo de “colchón” que sirva en caso de que se presente algún inconveniente de última hora, con el tráfico o una llamada telefónica de improvista. Es vital aprender a calcular los tiempos y siempre dejar un margen de 10 a 15 minutos adicionales para evitar demoras.
 
– La alarma de la mañana se puede programar minutos antes, pero es vital que no se posponga
porque no se estaría logrando nada. Además, es fundamental dormir las ocho horas
recomendadas para que el cuerpo y el cerebro descansen y pueda rendir y ser productivo durante el día.
 
Decir que no
En algunas ocasiones, las llegadas tarde pueden deberse a la acumulación de compromisos y a la suma de actividades que muchas veces parecen mínimas, pero en su ejecución comienzan a sumarse minutos y esos se restan a la hora de cumplir con otras actividades; por lo que se requiere aprender a decir no y así evitar la impuntualidad.