La cantidad de sal que precisa un plato no sólo depende de la comida sino de la persona que lo vaya a comer. Cuando el artífice de la comida sugiere humildemente que a lo mejor le falta sal, siempre hay alguien (el Loki de las comidas familiares) que se apropia del salero y lo agita sobre el plato sin siquiera haberlo probado.
Esto es contagioso y probablemente el 80% de la comitiva se eche sal por el mero hecho de que alguien ha sugerido que le podría faltar. De ese 80%, el 40% (o sea, el cuñado) propondrá formas alternativas de cocinar los alimentos para que queden deliciosos y poco a poco toda la mesa se irá uniendo a la conversación hasta que uno de ellos dé un golpe en la mesa y decida acabar la discusión desenfundando el Saltómetro (hay que decir que con el golpe han caído dos cubiertos al suelo y parte de la comida que el cuñado escondía en el regazo).
El Saltómetro no deja lugar a dudas: con tres leds encendidos la comida estará en su punto; a partir de ahí (niveles 4, 5 y 6) todo son suposiciones dependiendo de la interpretación de cada uno, aunque yo anularía la posibilidad de un resultado de embarazo positivo. Más que nada porque eso alargaría mucho la comida./NoPuedoCreer
Martes 13/08/2013