BBC Mundo
El fantasma de los anuncios publicitarios pintados a mano, víctimas del afán de limpiar y renovar, llenan de sabor y autenticidad el alma consumista de la ciudad que nunca duerme.
Este tipo de avisos artesanales cayeron en desgracia hace varias décadas cuando empezaron a popularizarse impresiones a gran escala menos costosas.
Sin embargo, ahora vuelven a verse por las calles de Nueva York como un género híbrido entre la publicidad y el grafiti.
Pasado glorioso
En 1965 no sólo fueron las nuevas tecnologías lo que condenaron a la publicidad artesanal, sino también la ley de "Embellecimiento de autopistas", que ordenó quitar cualquier tipo de carteles, principalmente publicitarios, de las autopistas.
La ley dejó a generaciones de pintores de este tipo de anuncios sin trabajo, pero hoy cientos de ellos vuelven a verse pintando carteles por Nueva York.
Estos anuncios publicitarios son la obra de Colossal Media, una compañía con sede en Brooklyn tratando de resucitar este viejo oficio.
Antes de trasladarse a Nueva York, uno de los fundadores de la empresa, el pintor Paul Lindahl, trabajaba como pintor de anuncios itinerante por el país, aprendiendo de aquellos que todavía recordaban los trucos de este arte.
"Antes de crear esta empresa, la única gente que sabía cómo hacerlo tenía unos 60 años", recuerda.
Colossal Media
Las oficinas de la empresa están en un almacén ubicado entre un solar en construcción, una destilería y el río Hudson.
Las paredes están adornadas con cuerdas y escaleras, y cualquier superficie es considerada un lugar perfecto para que los aprendices mejoren su técnica.
La etapa dorada de los avisos publicitarios pintados a mano va desde los años ’20 a los ’40, aun así la tecnología empleada sigue siendo casi la misma.
Lindahl trabaja con un grupo de hombres que usan un sistema de poleas para maniobrar andamios y mover al pintor por la pared.
Las plataformas donde trabajan tienen 71 centímetros de ancho y a veces tienen que elevarlas a 90 metros de altura.
Hasta ahora, su mayor proyecto ha sido una fotografía de más de 7 metros de ancho en blanco y negro encargada por la marca de zapatillas Converse.
"Es un privilegio"
El artista Jason Jarosz está especializado en retratos cree que la ciudad es como un lienzo de prácticas para su trabajo personal.
"Es un reto distinto cada semana. Este mural de aquí tarda en hacerse entre cinco a seis días y luego pasas directamente al siguiente, distinto cliente, distinto trabajo", dice.
El trabajo es duro, más similar al rubro de la construcción que a las bellas artes. Para trabajar Jarosz lleva dos abrigos y botas con puntera de acero.
Sostiene sus pinceles y paleta portando gruesos guantes de lana. La única piel expuesta a los elementos es un tercio de su cara.
A pesar de los retos físicos, dice, el trabajo le ofrece una prespectiva única de la vida urbana.
"He visto peleas, choques de autos. No hay nada que puedas hacer desde ahí arriba, pero han habido buenos momentos también".
"Una vez vi a dos halcones dando vueltas a mi alrededor en un trabajo realmente elevado. Estaba bastante preocupado", recuerda.
"Luego me di cuenta de que no me perseguían a mí, sino a una paloma en el andamio".
"Está aquí para quedarse"
Colossal Media no se dedica sólo a pintar. La empresa posee un departamento dedicado en exclusiva a buscar edificios donde potencialmente se puedan ubicar anuncios publicitarios.
Si el dueño accede a que usen su edificio como un lienzo en blanco, Colossal Media lo alquila por largo tiempo para tener acceso continuo al muro. Así está automáticamente disponible a posibles clientes que quieran decorarlo con publicidad.
Pero encontrar edificios es un reto casi tan grande como persuadir a los clientes de invertir en un aviso pintado a mano, que puede costar más de la mitad que los avisos normales.
Aun así, cada vez más clientes pagan extra para mostrar cómo seres humanos construyen su marca, asegura Lindahl.
"Toda publicidad es cara. Lo que nos hace diferentes es que nuestro trabajo es casi un arte interpretativo".
"La gente abajo logra ver cómo se desarrolla la imagen durante los días que estamos ahí fuera. Aprecian el elemento creativo de su ejecución".
Jarosz está de acuerdo, "cuando trabajo a nivel de suelo hay mucha gente que viene a darme palmaditas en la espalda y alaba el trabajo que estoy haciendo", recuerda.
"Cuando esto pasa cinco días a la semana es difícil pensar que éste es un oficio en extinción. No, Yo creo que está aquí para quedarse".