AFP
Un grupo de senderistas observa maravillado un lago salado que se extiende ante sus ojos, mientras intenta bajar por las pendientes escarpadas de un cráter volcánico, uno de los tesoros naturales que Arabia Saudita quiere promover para atraer a los turistas extranjeros.
El reino de 32,5 millones de habitantes, que permaneció cerrado durante años, empezará pronto a conceder visados turísticos, abriendo así una de las últimas fronteras del turismo mundial.
La monarquía, que sigue dependiendo en gran medida del petróleo, considera el turismo como una posible fuente de ingresos, un "oro blanco", y quiere atraer a 30 millones de visitantes al año de aquí a 2030, casi el doble de los que viajan al país actualmente.
Conocido por aplicar una segregación de los sexos y un estricto código indumentario vinculados a una versión rigorista del islam, el país no se ha considerado hasta ahora como un destino para los turistas del mundo entero, a excepción de los peregrinos de La Meca y Medina. Pero el príncipe heredero Mohamed bin Salmán parece dispuesto a cambiar esa situación.
Las autoridades quieren promover, entre otros lugares, el cráter volcánico de Al Wahbah, donde las visitas son poco frecuentes.
Por primera vez, el guía privado Amr Jalifa acompaña a un grupo de senderistas hasta el fondo de ese cráter.
"Hablé de Al Wahbah con mis amigos", pero "no conocen" este lugar, dice Mohamed Bahrun, un banquero de Yeda, en el oeste del país.
2018-01-24