DPA
En el Estado islámico de Irán, las mujeres deben ocultar en público sus cuerpos y cabellos bajo túnicas y velos. Pero quien piense que en ese país no hay operaciones de cirugía estética, se equivoca. Y mucho.
Otra vez la cirujana estética Sara Ghorbani se ha quedado sin pausa al mediodía, pues la operación de nariz que realiza en la clínica Sheij Bahaei de Teherán dura más de lo previsto. Algunos días realiza hasta tres o cuatro operaciones estéticas: nariz, pecho, trasero o labios, esta mujer de 45 años corrige cualquier "defecto". "Y no me puedo quejar del número de clientes, también extranjeros", asegura.
La fiebre de la belleza también llegó en los últimos años al Estado islámico de Irán: según los datos de la asociación de cirugía plástica local, en el país se realizan hasta 200.000 operaciones de ese tipo registradas cada año. Sólo en la capital Teherán trabajan 3.600 cirujanos en ese sector. Y también algunos odontólogos, cirujanos de boca y mandíbula se han especializado en este campo.
Sin embargo, en Irán la cirugía estética sufre los mismos problemas que en otros países: no todos los médicos tienen la cualificación necesaria ni todos los cirujanos están especializados o son miembros colegiados. Los clientes se ven atraídos por ofertas y precios más bajos de los que piden los especialistas y también son frecuentes los errores con consecuencias en ocasiones irreparables. "Eso daña nuestra imagen", se queja Ghorbani, que es también miembro de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética.
Los preceptos islámicos obligan a las mujeres iraníes a cubrir sus cuerpos y cabellos con una larga túnica y un velo. Los hombres sólo ven el rostro de las mujeres y por eso los ojos, la nariz, los labios y las mejillas son de enorme importancia. Y esa es la razón de que sean las partes más operadas. Según informaciones sin confirmar oficialmente, cada año unas 200.000 mujeres en todo el país se someten a operaciones de cirugía estética.
Según Ghorbani, muchas de ellas quieren reducir su pecho y también su tripa, frecuente entre las mujeres del país debido, entre otras causas, al consumo de arroz como parte fundamental de la comida persa. De ahí que las liposucciones estén viviendo un boom. Algo que, pese al negocio, no todos ven con buenos ojos.
"Gano mucho dinero con ello y no quiero criticarlo, pero esta fiebre estética en el país podría convertirse poco a poco en una enfermedad mental popular, tanto entre jóvenes como mayores", advierte un cirujano de Teherán, que prefiere mantenerse en el anonimato.
Y no sólo las mujeres acuden para operarse determinadas zonas, sino también los hombres.
La publicidad en Internet, sobre todo en las redes sociales, y en las televisiones occidentales que los iraníes reciben a través de antenas parabólicas prohibidas, ha despertado el interés de las mujeres y hombres iraníes en las operaciones estéticas, pese a las advertencias del establishment político y especialmente, el religioso, de una "invasión de la cultura occidental" en el país.
Una operación de este tipo cuesta entre 1.000 y 2.500 euros, lo que la convierte en una decisión muy cara para un ciudadano iraní. "Sin embargo es una buena inversión", asegura Nasila, de 28 años. "Ya he dejado hace mucho tiempo el cliché de los valores internos, a los hombres les gusta otra cosa, así de fácil", añade.
Muchos vinculan una operación estética con la esperanza de encontrar un hombre rico de buena familia y así asegurarse el futuro, si puede ser, con un pasaporte extranjero, para comenzar una nueva vida en Occidente.
Leila podría estar muy satisfecha con su aspecto, pero la mujer de 33 años prefirió operarse. "Quería todo nuevo", cuenta, con un sencillo objetivo: tener más oportunidades con los hombres. Por eso se cambió la nariz y el trasero y aumentó el tamaño de sus pechos y de sus labios. Así cambió totalmente su rostro.
Y en eso gastó todo el dinero que había ahorrado, pese a que bajo la ropa apenas pueden apreciarse sus curvas. "Desde entonces he tenido más éxito y un par de aventuras sin importancia, pero aún no me ha llegado la gran felicidad", cuenta Leila. Ahora preferiría tener su aspecto original. "Pero en el caso de que fuera posible, tendría que volverme a gastar otra vez la misma cantidad de dinero", añade resignada.
2014-05-01