María José Martínez
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Especial desde Miami, Estados Unidos
Pocas veces el número de feligreses que acude a la iglesia Nuestra Señora de La Guadalupe, ubicada en Doral, congrega a tantas personas y requiere de un dispositivo de seguridad como el del miércoles 22 de agosto.
El encuentro del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, con importante líderes republicanos y miembros de la comunidad venezolana radicada en el Sur de Florida conllevó un despliegue no frecuente en el lugar que requirió rigurosas medidas de seguridad.
Con la tarde bien entrada, y antecedido por una oración invocando a Dios, el vicepresidente de llegó al recinto luego de reunirse con varios personeros de la actual política venezolana, así como con víctimas de la represión del gobierno de Nicolás Maduro, entre ellas María Tovar, madre de Génesis Carmona, asesinada durante las protestas de 2014. A ellos se refirió como “héroes de la libertad”.
“Venezuela ha ido al camino equivocado, hacia el pasado, no hacia el futuro. Hacia la dictadura y no hacia la democracia. Vemos la tragedia de la tiranía ante nuestros ojos”, admitió Pence en el estrado.
“Junto con el presidente (Donald) Trump, los vamos a escuchar, y como dijo él, no vamos a hacernos de la vista gorda con Venezuela. Seguiremos actuando con todo el peso hasta que se acabe la dictadura. Instamos a los países de la región a hacer más. Mucho más”, continuó el ex gobernador de Indiana.
“A los venezolanos les digo, pueden volver a su casa tranquilos. Como Trump dijo, no permitiremos que Venezuela se desmorone”.
Lo esperaron desde temprano
También fue poco usual la movilización de venezolanos y activistas que se concentraron desde las 10 de la mañana para esperar unas seis horas por el discurso del vicepresidente. El exilio venezolano estaba interesado en las palabras de Pence luego de su gira por varios países de América Latina.
Rosa Mago, una venezolana de 55 años de edad, esperó desde muy temprano el inicio del acto del segundo a bordo del gobierno estadounidense. “Yo espero que nos apoyen, para ver cómo salimos de este desastre. Hay que hacer una intervención militar, porque de otra manera ellos no van a salir”, declaró.
“Mi hermano murió en mayo porque no hay medicinas”; continuó la señora Mago. “Estuvo 15 días sin recibir su medicamento para la tensión y sin oxigenante cerebral. A mi mamá tenemos que buscarle lo que necesita fuera del país. Por eso estoy aquí”.
Mariela Villasaña solicitó asilo político hace poco más de un año, en lo que significó separarse de su país y sus hijas. “No tienes idea de la esperanza que albergo por escuchar la ayuda que nos van a dar. Añoro volver a Venezuela y recuperar a mi familia”.
“Queremos ver una posición más reacia sobre el gobierno venezolano. Lamentablemente dejamos de ser un problema local para ser un problema de todo el continente”, declaró Ellen Villalonga, miembro de la Asociación de Madres y Mujeres Venezolanas en el Exterior (Amavex).
2017-08-23