Andreina Dominguez U.
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Lograr una solución a la crisis que hoy tiene inmerso al país en una mordaz depresión económica y social, vislumbra como uno de los objetivos de la comunidad internacional que este año concentra su atención en la situación venezolana.
Durante los primeros meses de 2017, países como Colombia y México han demostrado con ímpetu su intención para que se reavive el diálogo entre el Gobierno y la oposición. Por otra parte, ha habido suficientes manifestaciones por parte del nuevo gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea.
Sin embargo, expertos en la materia ponen en duda la eficacia que pueda tener la presión internacional en la resolución de los problemas internos ante la rígida postura que caracteriza al gobierno de Nicolás Maduro.
La internacionalista Milagros Betancourt considera que el resto de los países está consciente de la crisis estructural que golpea a la nación, y por consecuencia, surgen solicitudes de organismos internacionales en las que se exhorta a las principales fuerzas políticas a trabajar en favor de la ciudadanía, “pero con la insistencia marcada hacia el gobierno que es el que tiene el control del poder”.
Aunque admite que en el plano internacional, “la legitimidad no se pierde porque hasta ahora nadie ha declarado un Estado fallido, ni forajido”. Resalta que lo que no se tiene es eficacia. “Las propuestas caen en el vacío por no ser acordes a los principios que orientan los organismos internacionales”, asegura.
Para Betancourt, un ejemplo de ello fue el reciente discurso de la canciller de la República, Delcy Rodríguez, en el Consejo de los Derechos Humanos, pues dijo que Venezuela “es objeto de una violación de los DDHH cuando el único que puede violarlos es el Estado”, cuestiona.
En demérito. Adolfo Taylhardat, exembajador de Venezuela en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, considera que el país ha caído “en un pozo de descrédito” en todos los rincones del mundo, producto del comportamiento del “régimen”.
“Estamos realmente a punto de ser descalificados internacionalmente desde todo punto de vista, a pesar de que el Gobierno sigue empeñado en hacer creer que aquí todo está bien”, fustigó.
Actuación
Para los expertos, en la actuación de los organismos internacionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur); el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Organización de Estados Americanos, e incluso el Vaticano se denotan algunas discrepancia, aunque todos abogan por el diálogo político.
Taylhardat, por su parte, tilda a Unasur como una “entelequia(…) un invento para la protección de las dictaduras”. En cuanto a Mercosur expresa que “lamentablemente perdió fuerza ante la injerencia del presidente fallecido Hugo Chávez”. Resalta que dicha organización fue creada para la integración de los países que la componían pero que “Chávez se empeñó en politizarla”.
Para Betancourt, las organizaciones que están más enfocadas en la reactivación de las mesas de diálogo son Unasur y el Vaticano. Postura que no ve confiable, porque, a su juicio, este mecanismo fue estéril. “El diálogo no condujo a nada, sino a que se profundizara la crisis, que hubiesen más presos políticos, más desconocimiento a la Asamblea Nacional, a que nos quitaran el revocatorio y el resto de las elecciones.
Condujo exactamente a todo lo contrario que buscábamos como venezolanos”, confesó.
Carta Democrática. En cuanto a la participación de la OEA, los internacionalistas recalcan que la Carta Democrática Interamericana que había sido invocada por el secretario general, Luis Almagro, en 2016 -para abordar lo que, a su parecer, era un quiebre del orden constitucional en el país-, quedó en “suspenso” porque la mayoría de los países miembros apostaron al diálogo. Taylhardat lo atribuye “a la actitud timorata de dichos países”. Por los momentos, esperan el nuevo informe que prepara Almagro para una pronta activación de la Carta.
El escenario en el que ambos expertos ven a Venezuela ante los ojos del mundo, es bajo la incertidumbre y el desasosiego. “A mí me mueve a una enorme preocupación que la comunidad internacional quiera retomar el diálogo, pues si es la esencia de cualquier solución pacífica, si no le pones un contenido, una fechas y unos resultados, no sirve de nada”, apunta Betancourt, quien además teme que el Gobierno desvirtúe nuevamente los fines de este mecanismo.
Adolfo Taylhardat, en cambio, tiene la impresión que algo se está moviendo, ya que estima que las declaraciones del presidente de EEUU, Donald Trump, y la comunicación que tuvo con el Gobierno de Perú, Argentina, Colombia y Brasil para tratar el tema de Venezuela, considera que “está perfilando una nueva alineación”.
2017-03-01