César Arnetta / @cesararnetta
Los españoles llegaron a la región de Guanare, Venezuela, en el año 1591, donde los indios de la tribu de los Gospes abandonaron sus tierras al ver la visita y huyeron al río Tucupido para no tener contacto con los conquistadores y su religión.
Por mucho tiempo permaneció ese terreno dominado hasta que alrededor de 1651 el caique Coromoto, junto con su esposa, contemplaron la asombrosa quebrada del río, donde sobre las corriente divisaron a una hermosa Señora que los miraba con una expresión amable en el rostro.
Esta misteriosa mujer llevaba un niño sonriente en los brazos y le dijo al caique: “Sal del bosque junto con tus hermanos. Ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar al cielo”.
El cacique se impresionó con el inusual suceso, pero obedeció las órdenes de la mujer y marchó de inmediato a su tribu para ser instruido con la fe cristiana. Sin embargo, el indio no se acostumbró a ese estilo de vida alejado de los bosques y retorno con su familia a la aldea.
El 8 de septiembre de 1652 la Señora hizo otra aparición, pero esta vez fue a la choza indígena, aunque esta vez no pudo convencer al cacique. El cacique quería que la mujer se fuera de su hogar y la amenazó con sus armas.
A pesar de la amenaza, la mujer avanzó suevamente hacia al cacique y cuando él extiende su mano con ira para agarrarla, ella simplemente se desvanece. Al indio se le marco en el puño una pequeña estampa de la Señora.
El cacique regresó al bosque, donde algunos aseguran que fue mordido por una serpiente venosa, y luego regresó a Guanare para pedir ser bautizado.
El momento fue capturado a través de los años mediante una pintura donde aparece la Virgen de Coromoto y su niño; y el 7 de octubre de 1944 el Papa Pío Xll la declaró: “Patrona de la República de Venezuela” y su coronación canónica se realizó el 11 de septiembre de 1952 por los tres siglos de la aparición.
2015-09-11