Erick S. González Caldea
Una de las estructuras más ambiciosas del país está marcada por el descuido. La mayoría de las áreas verdes está abandonada y la inseguridad es “tremenda”.
Filtraciones, inseguridad y pisos desolados son los principales protagonistas del complejo Parque Central, el cual pasó de ser un proyecto vanguardista en la década de los 70, a un lugar donde los transeúntes tienen miedo hasta de andar por sus pasillos.
La estructura cuenta con ocho edificios residenciales y dos rascacielos; además de jardines, un centro de comercio, múltiples estacionamientos y dos museos: Arte Contemporáneo y de Los Niños. Por todas estas razones, fue considerado un punto de encuentro para los habitantes de Caracas.
Anteriormente era el proyecto “más ambicioso de América Latina”; pero los años de descuido le han pasado factura, señalaron los residentes del urbanismo.
La sobriedad es una de las características de la edificación, a pesar de tener muchas de sus lámparas que funcionan a medias.
Cientos de personas pasan por las plantas del edificio todos los días, pero hay lugares donde la soledad y la oscuridad invaden el ambiente.
Gran parte de las áreas verdes del complejo están descuidadas, aunque continúen las acciones del Gobierno para mantenerlas.
“Hace unas semanas una cuadrilla de la Alcaldía de Libertador colocó plantas nuevas, pero debido a que mu- chos habitantes de los edificios no las mantienen, se deterioran”, aseguró Cristofer Millán, residente.
Hampa azota. “Hay problemas graves de inseguridad en todo el complejo. En algunos sitios es menos palpable debido a la presencia de la Guardia Nacional Bolivariana”, sostuvo Valentina Salazar, comerciante del lugar.
Señaló que los negocios cierran sus puertas antes de las 5:00 de la tarde para evitar ser víctimas del hampa. “También hay que estar muy pendientes de bajar a los estacionamientos, porque después de las 9:00 pm es una ‘boca de lobo’”, agregó.
Los transeúntes consultados y que recorren regularmente las instalaciones, afirmaron que la inseguridad es “tremenda”. Sólo un residente, quien prefirió reservar su nombre, dijo que se siente protegido gracias al circuito cerrado de seguridad que hay en el complejo, pero no supo decir si funciona bien.
En la mezzanina de Parque Central se encuentra una parroquia católica y la biblioteca pública, ambas con falta de personal, debido a la inseguridad que azota la zona. “Muchos habitantes han dejado de venir porque cuando van a subir son robados en las escaleras por delincuentes de la zona”, sostuvo Mirian Plaza.
Algunos vecinos señalaron que en reiteradas ocasiones efectivos de seguridad han capturado a los delincuentes que atacan en el complejo, pero siguen sin “verle el queso a la tostada”, por cuanto los hechos delictivos siguen ocurriendo.
Historia de un proyecto moderno
Para finales de los años 60, el ingeniero Enrique Delfino, de la constructora Delpre C.A., presentó un proyecto del complejo a la empresa Centro Simón Bolívar, durante la presidencia de Rafael Caldera, el cual era desarrollar un urbanismo entre las avenidas Lecuna y Bolívar.
En 1970 comienzan a construir los edificios Tacagua, Caroata, Catuche, Tajamar, San Martín, El Tejar, Mohedano y Anauco, todos para uso residencial con 317 apartamentos cada uno, una altura de 127 metros y 44 pisos.
Los ocho edificios fueron terminados dos años después; alrededor de 2.500 familias habitan en el lugar. En las torres gemelas se encuentran varios ministerios y fiscalías.
En todo el complejo se puede observar que los techos están caídos debido a las filtraciones en las instalaciones, consecuencia de las remodelaciones e invasiones en los pisos superiores y en la mezzanina de Parque Central, donde está ubicada una iglesia y una biblioteca pública.
Varios vecinos se quejaron de los charcos de agua en todos los sectores afectados por las lluvias. Señalaron que no han hecho reparaciones para solucionar los problemas de plomería.
“Esto se ha convertido en una molestia diaria”, sostuvo María Morales, habitante del sector, quien aseguró que los cambios realizados por el Gobierno sólo han sido para maquillar un poco las áreas que más frecuentan los ciudadanos.
Señaló que gran parte de la culpa también la tienen los residentes del complejo, puesto que muchos de los mantenimientos deben ser hechos con el dinero del condominio que está establecido en Bs 3 mil y no lo pagan.
FOTOS: Génesis Ramos
2016-11-24