Esperanza Castillo
Las gaitas empezaron a colarse desde Septiembre, anunciando los días de descanso y las fiestas decembrinas que se convierten, más por costumbre que por gusto, en la cúspide de lo que resta de año. A algunos se les escapan suspiros de alivio, pero a mucho otros más bien les invade una gran preocupación… ¿por qué?
Resulta que en las últimas décadas, con el ascenso de una tendencia estética del atractivo saludable y muchas líneas de productos “light” ha aparecido en torno a la gran cena navideña una nueva preocupación ¿Cómo haré para no ganar peso en diciembre? No hemos terminado de comentarlo cuando, con picardía, alguien sugiere “no vale, despreocúpate… Y en Año Nuevo, promete perder todos los kilos que agarraste en Navidad”.
30,7% de los venezolanos son obesos
Franco Chacón, licenciado en nutrición y dietética de la UCV, es miembro de la Asociación Venezolana para el Estudio de la Obesidad (AVESO) y se formó como coach life en el Instituto Eric Berne, con el fin de ofrecer un servicio integral para la solución de los problemas relacionados con la nutrición del ser humano, tema en torno al cual maneja información tanto de los factores físicos como de los psicológicos.
Según el informe de Estadísticas Sanitarias mundiales de la Organización Mundial de la Salud, OMS, afirma que 30,7% de la población venezolana padece de obesidad, es decir 3 de cada 10 Venezolanos son obesos. “Esta cifra nos coloca como el país suramericano de mayor incidencia en esta enfermedad, seguido por Chile con 29,05% y Uruguay con 23,35%, comenta Chacón y añade “hemos disminuido en desnutrición; sin embargo, recientemente lo que se ha puesto de relieve en nuestro país es malnutrición por exceso”.
El especialista explica que la situación deriva del hecho que la dieta del venezolano promedio se aleja bastante de lo ideal. “Sabemos que tenemos una cultura de consumo alta en carbohidratos la cual es baja en fibra dietética y grasas mayormente saturadas poco saludables, así como la poca inclusión de vegetales y frutas, paralelo a una ingesta de proteínas que para su inclusión en la dieta diaria del venezolano es sometida a un proceso de cocción por lo general basado en la fritura. Es probable que la predilección por las carnes fritas sea un eco de las costumbres de la época colonial, basadas más en el estatus que en la nutrición, centradas en la carne como plato principal y elemento definitivo de “una comida decente”.
De hecho, la línea informativa del mercado de alimentos aun atribuye la mayor importancia al abastecimiento en carnes, grasas, harinas y azúcares, que al resto del trompo, y como por reflejo “un carrito surtido de alimento, por ejemplo, puede contener 30,000 calorías, de las que un 85% son carbohidratos y grasas. Además lamentablemente -acota el especialista-, entre la población urbana, la corta vida útil de frutas y vegetales hacen de estos importantes alimentos una opción menos práctica. Finalmente, la necesidad de desplazarse de la casa al trabajo puede extinguir el tiempo y toda disposición a cocinar algo sano que desayunar o llevar de almuerzo”.
Para completar Chacón señala que “el paladar humano está programado para preferir las grasas y los azúcares”… ¿Eso no suena como a puestico de empanadas y gaseosas derivadas del papelón? ¿o cachito con bebida achocolatada?
La clave para proteger la salud en diciembre
No es un gran misterio. “Hacer un mercado que incluya suficientes frutas y vegetales, y esmerarnos porque estos alimentos estén presentes en nuestra dieta –además de practicar un poco de ejercicio físico regularmente- es una medida que toma pocas semanas en reportar beneficios. Sabemos lo que hay que hacer, mas ¿somos conscientes de ello?
Ahora Chacón habla como coach cuando indica “Es importante disponer de nuestro tiempo y actitud para establecer los cambios eficazmente; es muy fácil tropezarse con el primer puesto de hamburguesas que veamos en la calle si olvidamos preparar un almuerzo sano en la mañana”.
Este mismo sentido de la responsabilidad sobre nuestro cuerpo lo podemos traer a las comidas familiares con sólo añadir al menú alguna ensalada verde, menos típica que la de gallina; y fijar porciones razonables. “Ya no estamos obligados a limpiar el plato, ni mucho menos estar gordos significa que somos ricos”, nos recuerda el experto en nutrición.
Estilo de vida obeso
Según Chacón, muchas alteraciones metabólicas y de la alimentación se deben a la ansiedad que el estilo de vida moderno puede generar, la cual solemos “calmar” comiendo de forma inadecuada. Este pésimo hábito alimenticio de atender el aceleramiento, la soledad y las preocupaciones atiborrándonos de comida chatarra y dulces pasa abultadas facturas y especialmente en diciembre, cuando miramos en retrospectiva y en momentos de gran emotividad como Navidad y Año Nuevo, es muy probable que estos hábitos afloren de forma descontrolada.
“Es bueno conversar en familia y compartir las inquietudes, siempre y cuando se pueda. Si esto no es posible, entonces es perfectamente normal que consideremos la atención psicológica para facilitar el llegar a una solución en esos casos”. Más vale superar el estigma de ir al psicólogo que ahogarse sin pedir ayuda.
Lo que sí es ineludible es que cada uno, por su cuenta, afronte los hábitos que puede controlar y cesar con las mortificaciones innecesarias. La falta de ejercicio se puede justificar por el hacinamiento, la inseguridad o la escasez de tiempo, pero ¿por cuánto tiempo más permitiremos que el entorno nos impida tener una vida sana? Siempre hay forma de lidiar con las circunstancias…
Por último Chacón advierte: “Podemos mantener una visión cómoda y adormecida de la realidad y de la importancia de nuestra salud, pero esta “práctica comodidad” sólo será tal hasta que nos demos un gran susto, si tenemos la suerte de contarlo”.
2013-11-28