BBC MUNDO
"Hay un babuino atrapado allá", me dijo mi guía apuntando a una isla anodina en medio del rio Zambeze.
"Ha estado ahí durante tres años", agregó. "Lo llamamos Robinson".
Estábamos en el Parque Nacional Mana Pools, en Zimbabue, y la historia de ese Papio ursinos -o papión chacma- de ocho años de edad me cautivó.
Robinson había sido un macho alfa en una tropa de babuinos que viven en los árboles del campamento Ruckomechi, un lugar en el que se quedan los visitantes de esta reserva, una de las más lindas de todo el continente.
Robinson no tenía buena reputación: era un ladrón sin escrúpulos, experto en hurtar de las tiendas de campaña que los turistas levantan en la ribera del río.
Tenía un harem de esposas y hordas de hijos.
Según dicen los locales, su vida era buena.
Pero todo se esfumó cuando quedó atrapado en la isla.
Nadie sabe cómo terminó aislado el babuino.
Hay quienes dicen que saltó al río para escaparse de leones o de algún leopardo rapaz.
Otros piensan que se cayó de un árbol.
Una línea de opinión asegura que, con su audacia característica, sencillamente cruzó el río durante la estación seca, cuando el nivel del agua es bajo.
Lo cierto es que, desde entonces, ha vivido aislado.
Todo cambió
Hoy es un delgado y canoso personaje, que arrastra su abatida cola.
Subsiste con una escasa dieta de pasto, raíces y, de vez en cuando, algún huevo de pájaro.
Casi todas las tardes su familia va a la ribera del río para llamarlo.
Parecen urgirlo a que regrese a casa.
Pero con cocodrilos que alcanzan los 5,5 metros vigilando este Alcatraz africano, cualquier intento de escape sería un acto suicida.
Ni con bananos
La autoridad que administra los parques y vida silvestre en Zimbabue ha prohibido cualquier tipo de operación de rescate.
Para ellos, la naturaleza debe seguir su curso.
2014-10-19