2001.com.ve | Yordan Sarmiento
Un joven de 19 años en Indonesia, cumplía su labor normalmente como un día más, el joven tenía la responsabilidad de ser el guardia de una lámpara de trampa flotante para peces a unos 125 kilómetros mar adentro, con un trasmisor-receptor para comunicarse si era necesario.
Sin duda uno de los trabajos más solitarios del mundo pero a su vez tranquilo sin muchas novedades, esta vez Aldi Novel Adilang, el joven de 19 años quien cumplía su labor en una cabaña de pesca la cual era en realidad una trampa para atrapar peces.
Esta cabaña flotaba en mar adentro sostenida por unas cuerdas largas ancladas al lecho marino, todas las noches el joven encendía las lámparas alrededor de la cabaña con un generador de energía cada noche para atraer tantos peces como les fuera posible.
Todas las semanas el dueño mandaba a sacar los peces de la trampa y al mismo tiempo enviaba las provisiones que necesitaba el joven durante toda la semana como la comida, gas para cocinar, agua limpia y combustible para el generador.
No obstante el 14 de julio, la vida de Aldi cambio inesperadamente, tras un ventarrón las fuertes brisas rompieron las cuerdas que anclaban la cabaña al fondo marino dejando la cabaña a la deriva. Esto hizo que la cabaña se alejara más de su hogar, el joven tenía que lidiar con varios factores como el hambre, la sed, la soledad y el miedo de estar perdido en mar adentro sin ayuda.
La cabaña como solo era una trampa de pesca no contaba con remos ni motor, solo tenía lo que le quedaba de provisiones y sin saber cuándo volvería ahorrando hasta lo último cada día, llego el momento donde no tenía nada y opto por comer pescado, para cocinar cuando no tenía gas quemó las piezas de madera de la cabaña, para tomar agua bebía de su ropa mojada por lluvia o algunas veces mojada por el mismo mar.
El diplomático Fajar Firdaus, explico que el joven durante su travesía lloraba a menudo y sentía miedo de no sobrevivir, que pasaron más de 10 barcos y ninguno se detuvo o siquiera lo vieron.
Sin embargo el 31 de agosto, el granelero Arpeggio pasó junto a Aldi, quien agitó su paño de lado a lado como en otras ocasiones sin perder las esperanzas de ser rescatado. Aldi no veía respuestas del barco pero sin rendirse desesperado recordó que un amigo le había aconsejado que si algún día se encontraba a la deriva y veía otro barco, sintonizara una frecuencia en su radio, fue entonces cuando el capitán del barco acepto la señal al notar que una persona podía ayuda dio la vuelta al rescate.
Las fuertes olas no ponían nada fácil el rescate pues el gran barco tuvo dificultades en acercarse puesto que por las altas olas podían dañar la cabaña y así peligra más la vida del joven, después de dar cuatro vueltas alrededor de la cabaña logro acercarse y lanzar una cuerda, pero esta no llegaba cerca al joven, de igual forma Aldi luchando por su vida no dudo en lanzarse al mar para agarrase de la cuerda mientras era sacudido por el viento y las olas.
La tripulación de Arpeggio inmediatamente le dio a Aldi una toalla y un bocadillo de emergencia. Después, le dieron ropa y comida fresca, y el cocinero del barco incluso le cortó el pelo a Aldi.
El barco llegó a Japón el 6 de septiembre y el 8 de septiembre voló desde Japón hasta Yakarta.
Finalmente llegó el día en que Aldi pudo encontrarse con su familia después de haber vivido quizá la experiencia más dramática de su vida.
2018-09-26
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