Julio César Chávez Jr., hijo del legendario campeón del boxeo mexicano, atraviesa uno de los capítulos más oscuros de su vida.
Fue detenido en Los Ángeles por encontrarse de forma ilegal en Estados Unidos, y enfrenta una inminente deportación. Pero eso no es todo: autoridades norteamericanas lo han señalado como “una amenaza a la seguridad pública” por supuestos vínculos con el Cártel de Sinaloa.

En México, el panorama no es más alentador. Desde marzo de 2023 pesa sobre él una orden de aprehensión por delitos de delincuencia organizada y tráfico de armas. Su regreso al país implicaría enfrentar cargos graves ante la justicia federal.
Mientras tanto, crece la incertidumbre sobre el futuro de su fortuna.
De acuerdo con el sitio Celebrity Net Worth, Chávez Jr. acumula un patrimonio de 8 millones de dólares. Parte de esa cifra proviene de su reciente pelea con Jake Paul en Las Vegas, así como de negocios personales que le permitieron mantenerse económicamente activo, pese a los problemas públicos con el consumo de sustancias.
Por ahora, ni el Departamento del Tesoro de EE. UU. ni la Secretaría de Hacienda de México han congelado sus cuentas. Pero especialistas advierten que, debido a la magnitud de las acusaciones, no pasará mucho tiempo antes de que su patrimonio sea auditado por las autoridades financieras.
Si se demuestra que parte de su dinero tiene origen ilícito, podría enfrentar el decomiso de sus bienes, sumando así una crisis económica a sus ya serios problemas judiciales.
El caso ha causado un fuerte impacto mediático. No solo por la figura pública de Chávez Jr., sino por lo que implicaría para la imagen del deporte mexicano que un boxeador de su linaje esté vinculado a una organización criminal de alto perfil.
A la espera de una decisión judicial sobre su deportación, el excampeón libra un combate fuera del ring que podría costarle todo: libertad, reputación… y fortuna.
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