La inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una promesa tecnológica a una realidad palpable, transformando la forma en que se interactúa con la información. Sin embargo, junto a sus beneficios, ha surgido una amenaza silenciosa y poderosa: los deepfakes.
Estas manipulaciones digitales, que permiten crear videos o audios hiperrealistas de personas diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron, plantean un desafío considerable para la sociedad venezolana, y la prevención que deben tener para evitar caer en información falsa.
Por lo tanto, los deepfakes, al imitar a figuras públicas y momentos falsos, pueden ser herramientas potentes para influir en la opinión general, causar pánico o desacreditar a cierto grupo de personas. En tal sentido, un video manipulado podría ser rápidamente aceptado como verdad sin una verificación adecuada.
Obstáculos que enfrentan los usuarios
El primer contratiempo que existe es la falta de alfabetización digital y mediática. A pesar del masivo acceso a internet, la mayoría de los usuarios no poseen las herramientas críticas para discernir con exactitud entre un contenido real y uno falso.
La velocidad con la que se comparten las noticias en plataformas como WhatsApp, Instagram y Telegram supera la capacidad de los usuarios para verificar su autenticidad. Por ejemplo, un deepfake de un artista anunciando el lanzamiento de un tour o un video de un evento falso podría viralizarse en minutos y generar confusión entre sus fans.
La ausencia de un ecosistema mediático robusto y diversificado también contribuye a este problema. Con la caída año a año del consumo de medios tradicionales tanto en Venezuela como a nivel mundial, los ciudadanos a menudo recurren a las redes sociales como su principal fuente de información, un terreno fértil para la propagación de desinformación.
Puntos a favor del consumidor venezolano
Existe un factor que el venezolano tiene a su favor contra informaciones falsas, pues a lo largo de los años, la generación joven y adulta principalmente ha aprendido a desconfiar de ciertas informaciones y buscan múltiples fuentes para comprobarla.
Este hecho podría, paradójicamente, hacerlos más cautelosos ante un deepfake. Existe un sector de la sociedad que aplica el escepticismo antes de comprobar una información.
La alfabetización digital, el pensamiento crítico y la promoción de un ecosistema mediático plural son esenciales para proteger a los venezolanos de la desinformación en la era de la Inteligencia Artificial.
Sin embargo, la batalla contra los deepfakes en Venezuela y el mundo se libra a diario, y su desenlace dependerá de la capacidad de sus ciudadanos para adaptarse, aprender y discernir en un mundo de realidades cada vez más confusas.
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