El caso de Miguel Ángel Pastrana Valenzuela, un inmigrante mexicano de 38 años criado en Estados Unidos desde los tres meses de edad, refleja el impacto humano de las políticas migratorias estadounidenses.
En una entrevista con Univision Noticias, Pastrana compartió su historia de desarraigo y frustración tras haber sido deportado dos veces, ambas durante gestiones de Donald Trump, la más reciente este año, a pesar de vivir legalmente con permiso de trabajo.
“El sistema me engañó”, dijo conmovido. Durante años, se reportó con regularidad a las autoridades migratorias y logró establecerse laboralmente como capataz en una empresa de energías renovables. Incluso, había recibido un ascenso poco antes de su deportación.
“Me cortaron las alas”: testimonios desde la detención
“Tenía una camioneta, un trabajo bien remunerado y estaba en la cima del mundo”, relató. Sin embargo, al presentarse a su cita de rutina en marzo, fue esposado sin previo aviso. “Entré a las 8:00 de la mañana… me dijeron que pusiera las manos en la espalda”.
Pastrana denunció las pésimas condiciones de su detención: “Las habitaciones eran horribles, los pisos estaban asquerosos… no teníamos ninguna fuente de agua”.
Fue trasladado esposado entre varias ciudades sin acceso a comida ni baño. “Estaba muy deshidratado y desnutrido. Tenía moretones por todas partes”.
No tiene vínculos con México
Criado en Ohio, sin vínculos reales en México, hoy trata de rehacer su vida en Puerto Vallarta. “Mi primer idioma es el inglés… a veces me siento solo”. A pesar del dolor, intenta adaptarse: “Estoy aprendiendo de México para sobrevivir aquí”.
Su historia ilustra el impacto emocional y humano de las deportaciones masivas, y pone rostro a quienes, como él, intentan rehacer su vida tras ser arrancados del único país que conocen como hogar.
Visita nuestras secciones: Servicios e Internacionales
Para mantenerte informado sigue nuestros canales en Telegram, WhatsApp y Youtube