El serbio Novak Djokovic superó al estadounidense Tommy Paul por un claro 7-5, 6-1 y 6-2 en dos horas y 20 minutos y jugará por décima vez en su carrera la final del Abierto de Australia, torneo que ha ganado en nueve ocasiones.
Su rival en la final será el griego Stefanos Tsitsipas, que derrotó en la primera semifinal de este viernes al ruso Karen Khachanov por 7-6 (2), 6-4, 6-7 (6) y 6-3.
El serbio demostró una vez más, tras su última victoria frente al ruso Andrey Rublev, que su idilio con la Rod Laver Arena, escenario que le vio levantar nueve coronas, es indescriptible.
Con este nuevo éxito se convirtió en el jugador con la racha más extensa de victorias en el Abierto de Australia (27), al superar al estadounidense Andre Agassi.
También extendió su ventaja respecto al suizo Roger Federer, que cuenta con 31 presencias en finales de Grand Slam, al conseguir la número 33, con lo que iguala a la estadounidense Serena Williams en la clasificación general de hombres y mujeres liderada por la también estadounidense Chris Evert.
Un Djokovic inconmensurable
El de Belgrado acabó el duelo con la nota positiva de 12 saques directos y 31 golpes ganadores, y con la negativa de 39 errores no forzados, de los cuales 24 llegaron en el primer set.
No arrancó el choque al nivel que lo hizo en sus dos últimos encuentros ante Rublev y el local Alex De Miñaur (22), y su movilidad, que no fue tanta como de costumbre, le impidió golpear de revés y abrir la pista como le hubiera gustado.
Su limitada propuesta le fue suficiente para imponer un 5-1 en el marcador, el cual sirvió para despertar a un Paul encogido por una situación y ambiente desconocido para él.
La reacción del americano fue inapelable y recuperó un doble-break contra todo pronóstico ante un Djokovic desquiciado con el juez de silla por su gestión del tiempo entre punto y punto.
El punto del partido se produjo durante el 5-3, juego que acabaría con rotura del estadounidense, tras un extenuante peloteo que se apuntó el propio Paul y que desató una tremenda ovación de la Rod Laver, que rozó el lleno.
Djokovic demostró en este momento, después de desperdiciar un favorable 5-1, la razón por la que es considerado uno de los mejores de la historia y atacó desde el resto para apuntarse una rotura ‘in extremis’ que significó el 7-5.
Paul se giró la gorra hacia detrás y trató de olvidar su inacabada remontada, pero el serbio castigó con una inteligente propuesta en la que varió ángulos y alturas para el goce un público mayoritariamente australiano que disfrutaba de un viernes festivo en el país oceánico.
El americano tuvo la oportunidad de recuperar el ‘break’ de desventaja con el 2-0 pero el serbio mantuvo la frialdad para salvar hasta tres puntos de rotura y echar tierra de por medio con un contundente 3-0.
La fortaleza mental: el gran aliado
Bajó la intensidad el último estadounidense vivo en el cuadro y el serbio finiquitó el set por 6-1.
Paul, presa de la superioridad mental y tenística del de Belgrado, fue incapaz de encontrar respuestas y se dejó llevar en una tercera manga que tuvo el mismo color que la segunda pero distinto resultado (6-2).
"Estoy perfectamente", dijo Djokovic tras sellar el pase a la final. "Obviamente no estoy tan fresco como al principio, pero hacemos muchas horas en la pretemporada para estar listos para luchar al mejor de cinco sets. Esos largos peloteos los puedo sentir en las piernas”, dijo sobre la Rod Laver Arena al extenista estadounidense Jim Courier.
El balcánico, que se quedó a un sólo partido de los 22 grandes del español Rafael Nada, cuenta con un contundente cara a cara (10-2) frente a su siguiente rival, el griego Tsitsipas, que incluye victorias en las últimas nueve ocasiones.
EFE
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