Los estudiantes de Estados Unidos registran el rendimiento académico más bajo en más de 30 años, especialmente en lectura y matemáticas, según datos de pruebas estandarizadas.
Los datos, según informó Telemundo, arrojan que solo uno de cada tres estudiantes de último año está preparado para un trabajo de nivel universitario.
Esta caída, que lleva una década en declive y se agravó con la pandemia de COVID-19, genera una preocupación más allá de las aulas: ¿cómo afectará esto a la economía y a la fuerza laboral del futuro?
Futuro incierto
Expertos y líderes empresariales advierten que esta falta de preparación no solo es una crisis educativa, sino una amenaza directa a la competitividad del país.
La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) proyecta un crecimiento en sectores que requieren habilidades avanzadas, como tecnología, atención médica y manufactura de alta tecnología.
Sin embargo, la falta de una base sólida en matemáticas y lectura podría crear una brecha de habilidades masiva, dejando miles de puestos de trabajo sin cubrir.
Las empresas podrían verse obligadas a buscar personal capacitado en el extranjero, afectando la innovación y la economía nacional. Sin embargo, las política migratorias de Trump complican esta posibilidad.
¿Salud mental?
El problema va más allá de los libros de texto y las evaluaciones. Factores como los cierres prolongados de escuelas y la salida de maestros contribuyeron a esta crisis, afirman docentes. Un elemento subyacente y decisivo es la creciente crisis de salud mental entre los jóvenes.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reporta un aumento en las tasas de ansiedad, depresión y soledad entre adolescentes. Estos son problemas que impactan directamente su capacidad para concentrarse, aprender y asistir a clases.
El ausentismo crónico, mencionado en los informes, a menudo es un síntoma de estas luchas internas.
Un problema a abordar
Un estudiante que enfrenta ansiedad o depresión tiene más dificultades para encontrar la motivación para ir a la escuela o para concentrarse una vez que está allí.
Los psicólogos escolares señalan que, sin una inversión adecuada en el bienestar emocional de los estudiantes, cualquier reforma educativa que se implemente solo abordará la mitad del problema.
Para que el rendimiento académico mejore, las escuelas y el sistema educativo deben reconocer que la salud mental no es un problema menor, sino un componente fundamental del aprendizaje.
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